Mesa ciudadana
Artesanar La Chamba es una propuesta de proyecto integrador que busca desde la idea fuerza de la sanación y el arte fortalecer lazos comunitarios, diseño de futuros en el presente y el florecimiento de capacidades colectivas en la vereda de La Chamba, Tolima.
Se puede hablar de un renacer del interés por la diversidad y la apreciación de lo autóctono en un contexto de construcción de identidades que no se definen únicamente por la memoria y el pasado, sino que se construyen en constante interacción con la realidad presente. La presencia de la artesanía como un valor tanto productivo como simbólico es evidente en la región y muestra signos de fortalecimiento y transformación.
Esto se refiere principalmente a las formas de entender la identidad en los sistemas de significación. Uno de los cambios esenciales que podemos observar en los productos de diseño, en relación con la artesanía, implica la ruptura en la relación entre lo significante y lo significado, así como las nuevas conexiones que se establecen con el mercado, la producción, la experimentación y la innovación.
Los nuevos productos resultantes de la relación entre diseño y artesanía reflejan la complejidad de las relaciones e interacciones que se producen más allá del mero uso exclusivo de la técnica o la repetición de motivos y simbolismos del pasado (Malo, 2020).
Contexto regional
En el corazón del departamento del Tolima, entre los municipios de Espinal, Suárez y Guamo, se encuentra una de las comunidades de artesanos más importantes de la región central de Colombia, La Chamba. Históricamente ha sido reconocido el arte que allí se crea a partir de la elaboración de productos de alfarería y cerámica, tanto que en diciembre de 2019, obtuvieron la denominación de origen, la cual es de gran significación para los procesos de comercialización y exportación; una distinción que según el entonces coordinador del Programa de Propiedad Intelectual de Artesanías de Colombia permite: “Usar un signo distintivo para proteger, son bienes públicos del Estado que se declaran y que involucran una zona geográfica delimitada porque tienen unos factores naturales y humanos que lo hacen únicos”.
Entre fincas, cultivos de arroz y muy cerca del río Magdalena conviven cerca de 1.300 habitantes de la Chamba. Uno de los últimos datos aportados por la Alcaldía del Guamo indican que allí viven aproximadamente 350 familias en casas, la mayoría de condiciones muy precarias, sin acceso a agua potable y con un limitado servicio de internet, entre otras porque muchas empresas proveedoras de este bien esencial no ofertan sus servicios allí, dado que no hay capacidad adquisitiva en estas familias.
Las familias se dedican a la elaboración de todo tipo de productos artesanales derivados del barro. Todo el proceso es llevado a cabo por ellos, desde la recolección y secado (al sol) del barro, la elaboración y formación a mano de los productos (ollas, ensaladeras, bandejas, centros de mesa, platos, tazas, vasos, etc.), el esmaltado, también a mano y, finalmente, el horneado y empacado.
Las mujeres por su parte han sido quienes se han encargado de que la tradición y las costumbres prevalezcan, ellas con su ímpetu y compromiso por su comunidad han liderado gran cantidad de proyectos. Se encargan esencialmente de toda el proceso de producción hecho a mano, y además cuidan a sus hijos y adultos mayores. Ellas ven con preocupación que este oficio, su arte, lo que le da sentido a sus vidas se puede acabar por la falta de apoyo del Estado y porque los jóvenes no perciben ningún tipo de oportunidades allí, de hecho, según Marío de 17 años, su sueño es irse a vivir a las grandes ciudades para obtener lo que quiere: casa, carro, ayudar a sus padres y el último teléfono móvil.